¿Las cosas pasan, o me pasan?

José de Sola Psicólogo Psicoterapeuta Clínico De Salud Psicólogos Psicología y psicoterapia Especializada

Es un dicho conocido que ‘unos nacen con estrella y otros estrellados’. El saber popular expresa con frecuencia que la vida muchas veces depende de la suerte, que le acompaña a algunos y a otros les deja a un lado. Algo aleatorio, te toca o no te toca. Si te toca tendrás una vida afortunada, si no, pocas cosas te saldrán bien. Son igualmente frecuentes expresiones como ‘soy una persona con mala suerte’, ‘todo me sale mal’, o ‘soy un tipo afortunado, la vida me sonríe’.

También solemos asignar a la suerte, rachas. A veces se nos arrima y, en otras ocasiones nos abandona (´lo que he conseguido ha sido simplemente un golpe de suerte, ‘he tenido mala suerte esta vez’). Pero es, entre los aficionados a las apuestas y loterías, en donde es más vívida la superstición de una suerte que va y viene, que la podemos atraer con algún ritual (frotar un décimo de lotería en la espalda de alguien, o en la foto de doña Manolita), o puede muy bien huir de nosotros por un ‘mal de ojo’, por el ‘maldito karma’ o por haberte arrimado a un ‘gafe’, que trae mala suerte.

Pero, a pesar de que la suerte como constructo siempre ha estado en nuestra cultura, vivir concediendo a la suerte un papel importante en nuestra vida, desmerece en cierta medida el énfasis en la propia valía personal, en la capacidad de esfuerzo. Es más, las personas que sienten que su vida está muy determinada por la suerte, habitualmente tienen baja autoestima. En efecto, hay personas o grupos sociales que sienten que su destino depende de una suerte que actúa como un oráculo (‘nacido para triunfar’ o ‘en esta familia hemos nacido para sufrir’).

Tener una estrella, o vivir estrellado

En 1966, el psicólogo norteamericano Julián Rotter desarrolló una teoría según la cual nuestro sistema perceptivo de la realidad puede tener una orientación ‘externa’ o ‘interna’. Es interna cuando creemos que tenemos en cierta medida el control de lo que nos pasa, o externa si consideramos que son otras personas o circunstancias las que determinan lo que nos sucede. Es decir, mi vida depende de la suerte, del entorno, o por el contrario, en gran medida, de mí mismo, de mi actitud o esfuerzo.

 A esta doble forma de percibir Rotter la denominó ‘locus de control interno’ o ‘locus de control externo’. Así, las personas que mantienen en la vida un locus de control interno, sienten que su vida transcurre principalmente como resultado de sus propias acciones. Son personas con capacidad de esfuerzo, con habilidades, responsabilidad personal e inteligencia emocional. Consideran que, en la mayor parte de los casos, las cosas buenas o malas les pasan a ellos, no suceden porque sí.

Por el contrario, quienes viven bajo un ‘locus de control externo’, sienten que determinadas fuerzas o factores externos ajenos al propio control, tienen un impacto significativo en sus vidas, tales como el destino o la intervención de otras personas. Para ellos, las cosas pasan, la vida tiene mucho de azar, de imprevisible, de caprichosa. Viven como en una montaña rusa, sin saber cuándo tendrán buenas o malas rachas, cuando tendrán una buena estrella o se estrellarán.

Lógicamente, no todo es blanco o negro, existen grados intermedios entre estas formas de ver el mundo. Y en la medida en que sintamos que el azar es dueño de nuestro destino, menor será nuestra autoestima y, al contrario, cuanto más nos valoremos a nosotros y a nuestra capacidad de esfuerzo, tendremos un mayor control y sólida autoimagen.

Cuidado, las profecías se cumplen

Es bien sabido desde hace mucho, que nuestra vida está muy determinada por profecías sobre nosotros mismos que, tarde o temprano, se cumplen. Existen lo que se llaman ‘guiones de vida’, teoría desarrollada por Eric Berne, que no es más que una programación inicial inconsciente de lo que será nuestra vida a nivel personal, inculcada por nuestros padres y cuidadores a través de sus creencias y actitudes. Como dijo él mismo ‘Es un plan de vida inconsciente… creado en la infancia, reforzado por los padres, justificado por eventos subsecuentes y culminado en una alternativa elegida’. Existen, por lo tanto, guiones buenos y malos, guiones que refuerzan la propia valía o que nos encadenan al fracaso, con una permanente sensación de déficit.

Así, quien desde su guion siente que en la vida nada le saldrá bien, que tiene mala suerte, o que espera algún golpe de suerte (locus de control externo) tenderá a vivir con incertidumbre y ansiedad. Sentirá rencor y envidia de otros, o tendrá ‘mala suerte’. En este caso, su propia actitud ‘atraerá’ fracasos o malos momentos.

Personalmente, nunca he dejado de sorprenderme del poder inconsciente del autosabotaje. En cierta medida, lo que pensamos y sentimos de nosotros, se acaba cumpliendo. Personas con altas capacidades, inteligentes, atractivas, pero con una pobre imagen de sí mismas, acaban arruinando sus vidas profesionales, sociales o de pareja. Sus auto profecías se cumplen, sobre todo, si tenemos en cuenta que lo que pensamos o sentimos de nosotros, en cierta medida lo transmitimos, y lo acaban pensando los demás. Con ello, la respuesta que se recibe del entorno es una confirmación, con lo que se cierra el círculo, haciendo que la profecía se cumpla.

Un guion de vida por el contrario positivo, que refuerza desde niño las propias capacidades y valía ante uno mismo y ante la vida, tenderá a producir una percepción centrada en el propio esfuerzo, (locus de control interno) con lo que los resultados serán en gran medida obra de uno mismo y no de la suerte.

¿Estamos condenados para siempre? ¿Qué podemos hacer?

Si algo tiene esta vida es nuestra enorme capacidad de cambio y de la que, frecuentemente, nos somos conscientes. Sólo nos hace falta, ‘darnos cuenta’, algo que no siempre valoramos. Es increíble, la cantidad de personas que viven sintiendo sin saber por qué sienten, que apenas se paran a analizar la naturaleza de sus sentimientos y emociones diarias.

¿Qué significa entonces el ‘darnos cuenta’? Algo tan sencillo como complicado: saber mirarnos a nosotros mismos con tranquilidad y amabilidad, ser conscientes de lo que lo que sentimos y porqué, ver de forma realista nuestras fortalezas y debilidades, reflexionar sobre los propios éxitos y fracasos, evitando atribuirlos siempre a circunstancias externas. Ser sinceros y responsables, sabiendo lo que hemos hecho bien o mal.

A partir de aquí, podemos plantearnos objetivos futuros, desde los más pequeños y fáciles hasta los que consideramos más complejos, poco a poco, sintiendo que la mayor parte de ellos dependerán de nosotros. Y hablamos de objetivos en todos los sentidos: profesionales, personales o sociales. En todo momento, es importante durante este proceso, mantener nuestra capacidad de introspección, analizando nuestros fallos y aciertos.

Como decíamos al principio, tenemos capacidad de cambio. No estamos condenados a la mala suerte, a vivir bajo un guion de vida negativo o a sentir que nuestra vida depende del azar. Tenemos que convertir las ‘malas profecías’ en ‘buenas profecías’ porque, tarde o temprano, se acaban cumpliendo.


José de Sola Gutiérrez. Psicólogo colegiado en el colegio de Psicólogos de Madrid.  Licenciado en Psicología por la Universidad Pontificia de Comillas (1985). Formado como psicoterapeuta clínico (desde 1985).  Master en Psicofarmacología y Drogas de Abuso (2012). Miembro de diversas asociaciones y sociedades científicas en psicología y psicoterapia. Doctor en Psicología (Universidad Complutense de Madrid, 2017).
Ha trabajado desde 1988 en diversas empresas nacionales y multinacionales como técnico, responsable técnico y director de departamento, en investigación de mercados cualitativa y cuantitativa y análisis del comportamiento del consumidor. Desde 2007 como psicólogo psicoterapeuta clínico en diversos centros de psicología y psicoterapia. En 2012 inicia su propio proyecto psicoterapéutico en De Salud Psicólogos.
Trabajó como profesor del Master de ‘Neuromarketing y Comportamiento del Consumidor’ (2014-2016) así como en el IE University (School of Psychology. Segovia) impartiendo Psicología y Comportamiento del Consumidor (20082011). Desde 1995 ha colaborado e impartido clases de psicología del consumidor e investigación de mercados en diversos centros y escuelas de negocios.
Desde 2012 investiga y publica en el ámbito de las adicciones a las nuevas tecnologías, especialmente al teléfono móvil.
De 2005 a 2009 fue miembro de la junta directiva de AEDEMO (Asociación Española de Estudios de Mercado y Opinión) desde donde organizó diversos eventos monográficos (seminarios, jornadas, conferencias, etc).