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Escuchar lo que se dice para saber lo que se hace

Alejandro de Antonio, consultor senior de Estudio de Comunicación

Hace unas semanas se publicaba la noticia de que Presidencia del Gobierno había sacado a concurso la subcontratación, por dos años, del seguimiento informativo en diferentes medios de comunicación. El valor del concurso superaba los 250.000 euros, lo que en un primer momento, nos podría parece llamativo, dado el contexto económico por el que atraviesa nuestro país.

A nadie se le escapa que, tanto desde el sector público, como del privado, se destinan grandes recursos a saber qué, cómo y quién dice lo que dice en los medios de comunicación. Y es que todos queremos conocer la información que se publica  sobre nosotros y de manera especial, las administraciones públicas, empresas o instituciones.

Este interés, que ha tenido un crecimiento exponencial con los años, se centraba históricamente en lo que podemos clasificar como medios tradicionales. Es decir, la prensa escrita, la radio y la televisión. Pero en la actualidad, el panorama ha cambiado gracias al gran avance tecnológico en el que estamos inmersos. En muy poco tiempo hemos visto nacer una amplia variedad de nuevos canales de información que han revolucionado el concepto mismo de la comunicación en el siglo XXI.

La convocatoria gubernamental que acaba de ver la luz, hace especial hincapié en el seguimiento de las redes sociales, como Twitter, Facebook, Linkedin, Twenty o los famosos blogs. Sin duda, estos nuevos sistemas, cada uno de ellos con unas características muy específicas, cobran cada día más peso y, por ello, su interés para los sectores públicos y privados, no deja de crecer.

Esta eclosión de la comunicación tecnológica a la que hacía referencia, ha traído aparejados nuevos usos, pero también, como es lógico, nuevas consecuencias. Usos y consecuencias   políticos (como prueban las concentraciones multitudinarias de indignados que se produjeron en las ciudades españolas) o sociales, con la primavera árabe como referente mundial, sino también económicos.

Las empresas se muestran cada vez más interesadas en experimentar con los nuevos canales de comunicación como fuente de negocio. Las nuevas tecnologías permiten establecer un contacto directo con los clientes actuales o potenciales hasta ahora nunca visto, conocer sus necesidades e intereses, e intentar satisfacerlos casi de manera instantánea.  Hoy en día, las estrategias empresariales no se entienden sin un amplio apartado dedicado a las nuevas tecnologías y conceptos como el marketing o la venta directa están cambiando a la misma velocidad con la que se sube un tweet .

Parece incontestable que la comunicación está inmersa en una evolución continua. Una evolución que supondrá el nacimiento de nuevas formulas y aplicaciones, encauzadas hacia un concepto aún más individualizado. En donde la persona será el centro de una comunicación particular, exclusiva y ajustada a las necesidades específicas de cada uno de nosotros.

Pero mientras se desarrolla esta evolución y pese a que todavía no sabemos cómo quedará fijado el panorama de la Comunicación en los próximos años, el interés sobre lo que se habla en la red, se multiplica.

Conocer la opinión sobre nosotros y lo que en determinados contextos puede ser más importante: quién  lo opina; es una necesidad de primer orden en cualquier organización moderna y sobre todo en determinados contextos puede resultar imprescindible.

Por esta razón, no nos puede sorprender que en una época marcada por recortes en el presupuesto, por maximizar la eficacia de los gastos y por el famoso  lema de “ hay que apretarse el cinturón”, se  destinen más de un cuarto de millón de euros, sólo a “escuchar” lo que se dice del Gobierno en los medios de comunicación.  Por no hablar de lo que se gasta (o se invierte, todo depende del retorno) en publicidad, gabinetes de prensa, expertos, analistas o comunicólogos.

Los recursos que las organizaciones, ya sean públicas o privadas, destinan al ámbito de la comunicación, incluso en tiempos de crisis -muchos subrayarán que especialmente en tiempo de crisis- dan cuenta de la importancia que se otorga a este campo.

Muchas veces, lo que nosotros proyectamos, o queremos proyectar sobre los medios de comunicación no coincide con la percepción que tienen de nuestra compañía. Estas herramientas nos permitirán conocer cuál es la realidad de nuestra imagen e, incluso, en muchos casos tras su análisis,  detectar nuevos problemas, ver áreas de mejoras o revelar grupos contrarios a nuestros intereses. Son paso previo a la elaboración de un plan de comunicación de éxito.

Muchas empresas e instituciones sólo se acuerdan de la comunicación, como en el dicho, cuando truena, y en este sector, al igual que en cualquier otra área de actividad, no se puede improvisar. La comunicación es una labor planificada, diaria, continua y muy compleja. Si no conocemos la realidad de nuestra imagen y lo que se dice sobre nosotros difícilmente tendremos éxito en nuestra estrategia y en nuestros objetivos.