Solo para nuevos clientes
16 de abril de 2009
Sixto Arias, director general de Mobext
Cada vez que me tengo que tragar una de esas maravillosas ofertas de una empresa, entidad u organización de la que soy cliente, lo siento, pero me subo por las paredes.
Me resulta ofensivo y discriminatorio a la vez que torpe y carente de visión estratégica.
¿A quién se le ocurren incoherencias semejantes? Imagínate que estás en un restaurante al que vas con cierta frecuencia y en el que te conocen por tu nombre (este detalle es importante).
Llegas un buen día y mientras en el menú del día a ti te ofrecen chuletón y sopa castellana a los nuevos clientes les reservan caviar, percebes y ensalada de carabineros rellenos con el mejor jamón de pata negra. ¿Volverías?
Además ¿para qué convertirte en cliente de alguien que al día siguiente te va a tratar como a un vulgar "antiguo cliente"?
Las relaciones entre clientes y empresas se están digitalizando, los emails han sustituido a los incómodos faxes y hasta los extractos para el IRPF se presentan en digital. La digitalización acelera procesos, los abarata y multiplica la productividad, pero también puede platear situaciones asombrosas como que decenas de miles de clientes dejen de serlo porque no les apetece filete del día mientras que a los nuevos clientes les dan canapés de caviar.
La raíz de fondo es el secuestro de muchos clientes. Me explico (no ve vaya a caer una demanda). Repetir en un restaurante o cambiarte al de enfrente no es un proceso complicado. Trata de cambiar de banco o darte de baja de tu televisión de pago y me cuentas que tal la experiencia.
Piensa con calma si cuentas con la confianza de tus clientes o los tienes retenidos por trabas burocráticas. Tómate tu tiempo.
Si tus clientes confían en ti, en tu empresa, misión cumplida, felicítate. La confianza es el motor de tu prosperidad, no se confía a medias, no se confía un poco , no se confía parcialmente o relativamente. Confías o no confías, punto.
Es el resultado más difícil de lograr para cualquier empresa independientemente de su tamaño e independientemente de su sector. Más complicado que una cuenta de resultados saneada (lo cual, habitualmente, suele estar muy relacionado con la confianza de los clientes).
Tú sabes mejor que nadie si eres merecedor de esa confianza a no ser que te engañes a ti mismo, y en ese caso la cosa está más complicada.
Me resulta ofensivo y discriminatorio a la vez que torpe y carente de visión estratégica.
¿A quién se le ocurren incoherencias semejantes? Imagínate que estás en un restaurante al que vas con cierta frecuencia y en el que te conocen por tu nombre (este detalle es importante).
Llegas un buen día y mientras en el menú del día a ti te ofrecen chuletón y sopa castellana a los nuevos clientes les reservan caviar, percebes y ensalada de carabineros rellenos con el mejor jamón de pata negra. ¿Volverías?
Además ¿para qué convertirte en cliente de alguien que al día siguiente te va a tratar como a un vulgar "antiguo cliente"?
Las relaciones entre clientes y empresas se están digitalizando, los emails han sustituido a los incómodos faxes y hasta los extractos para el IRPF se presentan en digital. La digitalización acelera procesos, los abarata y multiplica la productividad, pero también puede platear situaciones asombrosas como que decenas de miles de clientes dejen de serlo porque no les apetece filete del día mientras que a los nuevos clientes les dan canapés de caviar.
La raíz de fondo es el secuestro de muchos clientes. Me explico (no ve vaya a caer una demanda). Repetir en un restaurante o cambiarte al de enfrente no es un proceso complicado. Trata de cambiar de banco o darte de baja de tu televisión de pago y me cuentas que tal la experiencia.
Piensa con calma si cuentas con la confianza de tus clientes o los tienes retenidos por trabas burocráticas. Tómate tu tiempo.
Si tus clientes confían en ti, en tu empresa, misión cumplida, felicítate. La confianza es el motor de tu prosperidad, no se confía a medias, no se confía un poco , no se confía parcialmente o relativamente. Confías o no confías, punto.
Es el resultado más difícil de lograr para cualquier empresa independientemente de su tamaño e independientemente de su sector. Más complicado que una cuenta de resultados saneada (lo cual, habitualmente, suele estar muy relacionado con la confianza de los clientes).
Tú sabes mejor que nadie si eres merecedor de esa confianza a no ser que te engañes a ti mismo, y en ese caso la cosa está más complicada.